El aumento de la violencia en los últimos años en los centros escolares es una realidad que preocupa y afecta de manera global a todas los paises europeos. Estas manifestaciones interrupen el desarrollo normal del currículum escolar, y los docentes se encuentran con una falta de recursos para dar respuesta a esta situación. Es dentro de este contexto donde se gesta la función del Mediador.
La Mediación es un proceso para la gestión alternativa de conflictos en el que las partes enfrentadas acuden de forma voluntaria a una tercera persona imparcial: el mediador. La función de éste es la de ayudar a las partes implicadas en el conflicto a que busquen por ellas mismas posibles soluciones, potenciando de esta manera y en todo momento la comunicación entre ellas. Las soluciones deben satisfacer a ambas partes. Por ello es importante dejar claro que el mediador no da las soluciones, si no que genera situaciones propicias para que éstas nazcan.
La mediación escolar tiene como objetivo la prevención de la violencia, la intervención frente al conflicto, la reparación de las relaciones y reconciliación de las partes, en definitiva, la mejora de la convivencia escolar.
Para que la mediación sea efectiva, es de vital importancia que las partes implicadas esten motivadas. La motivación implica cooperar con el mediador, el respeto mutuo durante el proceso y hacia los acuerdos que los propios implicados hayan prometido alcanzar.
Como condición indispensable en el proceso de mediación, el mediador debe ser una persona paciente, además de neutral, inteligente, flexible, honesta, objetiva, respetuosa, imaginativa, empática, sensible y digna de confianza. En la mediación es necesario disponer de tiempo, ya que ambas partes deben entender qué les ha pasado para poder llegar a obtener una solución viable y satisfactoria para ambas. Una búsqueda rápida y superficial desembocará en soluciones superficiales y poco duraderas, por lo que el proceso de mediación no habrá sido efectivo.
Dentro del proceso de mediación se distinguen diferentes fases, las cuales se definen a continuación:
La primera de las fases es la de Encuentro con las partes implicadas. Puede que sea necesario realizar un encuentro por separado con las partes. Les explicaremos a ambas cual va a ser nuestra labor dentro de dicho proceso para que comprendan el papel activo que deberán tomar en su resolución.
La segunda fase es la de Definición del problema individualmente. Debemos obtener información sobre el conflicto, escuchar activamente a ambas partes, que nos cuenten qué pasó y como se sintieron para comprender las posiciones de cada una de las partes.
A continuación definiremos conjuntamente la situación. A través del diálogo favoreceremos la expresión de los sentimientos y de los intereses de ambas. Necesitamos que expliquen qué quieren, por qué y qué pasaría si no se llegase a un acuerdo.
Un vez obtenida toda esta información el mediador o mediadora debe hacer un resumen del desarrollo de los hechos y elaborar una agenda de los temas que hay que abordar de manera conjunta. Se realizará una búsqueda de soluciones propuestas por ambas partes, se discutiran y se reduciran las posibilidades.
El acuerdo es la última fase de este proceso alternativo. Ésta es la concreción de soluciones aceptadas por las partes. Deben ser claras y precisas, donde queden claros los compromisos de cada una de ellas.
Por último, debemos asegurar un seguimiento de la situación y de la ejecución del acuerdo, teniendo siempre la opción de volver al proceso de mediación si hay dificultades.